Desde que conocí a Angelina su voz y sus ojos me impactaron. Detecté la especial dulzura y seguridad con la que habla. Esa noche en Tepoztlan Diana una chica gestando a su segundo hijo, gracias a una serendipia me llevó directamente hacía ella. Después de estar presente en la consulta pre natal y de hacer algunas tomas, le conté a Angelina sobre mi gran interés en difundir a través de las fotografías mi visión sobre la partería y los partos en casa. Pasado un mes de conocer a Angelina, ella me recibió en su casa, de la misma manera en que recibe mujeres aprendices de partería de todas partes del mundo interesadas en realizar prácticas. Allí durmiendo en su casa y compartiendo con su familia me sorprendí todos los días de su vitalidad y disposición. Con energía suficiente, para el trabajo de casa, las consultas pre natales y los partos. Se dice que nadie le ha podido seguir el ritmo y yo no fui la excepción.
Se acercaba la celebración católica de la navidad. En casa de Angelina aprendí que debía estar lista para el parto en cualquier momento. Estaba allí con mi maleta armada, las memorias vacías, la batería de la cámara cargada, el trípode, los objetivos y el flash. :) Me acostaba a dormir, sin lograr sueño profundo, con la ropa del día puesta, lista para salir en medio de la noche, después de la llamada de alguna mujer que nos avisara del inicio de su trabajo de parto.
Después de 5 noches el momento llegó, el 22 de diciembre a las 5 de la mañana Angelina me despertó y salí corriendo con mi maleta y sin ducharme detrás de ella tratando de seguir su eficiente ritmo. Cuando llegamos a casa de Fernanda y Francesco ya habían comenzado sus contracciones, estaba ahí recibiéndolas una a una, llegan a su pico más alto y luego se van. Recuerdo que cuando la vi, me pareció muy hermosa, toda una guerrera. Una mezcla entre suavidad y fortaleza. Angelina me mostró como apretar su cadera para acompañar el dolor de cada contracción. No sé cuánto tiempo paso, recuerdo que la luz iba cambiando y cada vez se iluminaba más el cuarto de Fernanda y Francesco. Estaba presente su mascota. Fernanda se movía, se acomodaba en el balón, caminaba y se acostaba según necesitara. Yo apreté su cadera e intenté darle calor con mis manos, hasta que llego Marisol, aprendiz de partera y la comenzó a acompañar. De ahí en adelante, yo solo apreté mi botón de obturar.
Recuerdo un momento muy grato en el que Francesco hizo sonar “O mar serenou” de Clara Nunes. Una de mis canciones favoritas de música brasilera. Fernanda comenzó a cantar junto con Francesco. Marisol, Angelina y yo movíamos nuestras caderas acompañando la cadera de Fernanda. Angelina le indicó a Francesco que comenzara a llenar la tina con agua caliente. Fernanda entro a la bañera y todo su peso parecía haberse diluido en agua, allí llegó a mi mente la idea de una diosa fluyendo en el agua: Iemanjá o Yemanjá. Unos destellos de una belleza que no conocía alumbraron y hacían evidente el momento de la fotografía. Ese momento duró muy poco, luego ella se sentó y entró en algo en lo que desde afuera vi como una meditación profunda. Veía como tocaba su vagina, se movía y entraba en una relajación en la que pasaba cada contracción como olas de mar que van y vienen cada vez más fuertes.
Recuerdo que de repente en un momento abrupto Fernanda dijo:
“Angelina me duele mucho”.
Angelina: -“Sí amor, duele pero vas muy bien ya viene tu hijo
-“Angelina no me quiero rasgar”.
Angelina: (con voz muy dulce) – “Hermosa no te vas a rasgar, todo está muy bien, tu solo sopla, no pujes. No pasa nada, abre tu boca y garganta cuando abres tu garganta se abre tu vagina”
Fernanda (cerrando los ojos):
-“Voy a imaginarme mi vagina como una flor de loto de mil pétalos que se abre para que salga mi bebé”
Francesco entró a la tina a acompañarla. También cerró sus ojos y colocó sus manos en mudra de rezo. Angelina echaba agua tibia con una jícara en su espalda, Marisol la acompañaba y yo en una esquina silenciosa, observaba me admiraba y obturaba.
Pasaron minutos y ahí ya estaba. Fernanda tocó, sintió la cabeza de bebé quién despacio y con los ojos abiertos descendió, cuando salió completamente la abrazaron, le dieron la bienvenida. Minutos después se dieron cuenta que era una niña y Fernanda en un abrazo de risa y llanto dijo: “É menina” “Bem-vinda”
"Nós estávamos te esperando"